viernes, 7 de enero de 2011
Hierbas Esta puede vivir tanto al sol como en la sombra, por eso hay que mantener la tierra humeda, pero no mojada.
No la fertilice en los meses de invierno y disminuya los riesgos.
Si las puntas se ponen marrones, córtelas con la tijera.
jueves, 6 de enero de 2011
Plantas Nombre científico o latino: Agapanthus africanus
Nombre común o vulgar: Agapanto, Flor del amor, Lirio africano
Familia: Liliaceae (Liliáceas). Origen: Sudáfrica.
Altura: 1-1,5 m, pero hay varios híbridos enanos.
Época de floración: fines de primavera o verano.
Planta perenne, no bulbosa, pero con raíces tuberosas. Raíces carnosas que producen colonias de individuos. Hojas lineares, de unos treinta centímetros de longitud y de color verde intenso. Durante todo el año aporta un follaje de gran valor ornamental. Flores espectaculares azul intenso o blancas reunidas en umbelas de 20-30 flores. Suele tardar 2 ó 3 años en florecer, pero después lo hace todos los años.
El nombre Agapanto (o Agapanthus) deriva del griego agape=amor y anthos=flor. De allí, se supone, deriva su nombre Flor del Amor. Su otro nombre, Lirio africano, denota su procecencia de Sudáfrica, de la Provincia del Cabo y más exactamente del Cabo de buena Esperanza.
Sin embargo, yo la conocí como Flor de la Virgen, que es como la llamaba mi abuela, ya que las primeras flores abrían para el 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción de María. Estas flores acompañaron mi infancia feliz. Mi casa y la de mi abuela estaban unidas por un pasillo bordeado por agapantos que anunciaban todos los años la llegada del verano y de mi cumpleaños.
Es una planta resistente, que crece fantástico a sol pleno o a media sombra. Estas características hicieron que la Municipalidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la haya adoptado desde hace un par de años para embellecer el barrio de Retiro y la Avenida más ancha del mundo: la avenida 9 de Julio. Frente al símbolo más porteño, nuestro Obelisco, las plazoletas estallan en diciembre en un despliegue maravilloso de los colores patrios, el celeste y blanco de nuestra bandera, fruto de la floración de cientos de plantas de la variedad agapanthus praecox de color celeste alilado y de color blanco. Es un espectáculo bellísimo y que ya se está tornando de año en año en otro símbolo natural de nuestra ciudad.
Las variedades del agapanto son fáciles de hibridizar, especialmente con variedades que crecen unas al lado de otras. En los Jardines Botánicos de Kirstenbosch, Ciudad del Cabo, hay una interesante colección de especies silvestres nativas puras, además de las utilizadas en los jardines , mayormente de la variedad A. praecox.
Hacia fines del siglo XVII, llegaron por primera vez a Europa, donde se les dio equívocamente la denominación Agapanthus orientalis, ya que se pensaba, que al igual que la mayoría de los productos que se embarcaban en los navíos europeos en Ciudad del Cabo, provenía de Oriente. En 1679 aparace por primera vez con el nombre de Jacinto Africano(African Hyacinth) y es Linneo quien le da finalmente el nombre de Lirio Africano (African Lily) con el que se la conoce en Europa y Estados Unidos. También, inapropiadamente se la suele denominar Lirio del Nilo (Lily of the Nile). Y en la República de Sudáfrica, su país de origen se la denomina Agapanthus
Usos culturales
El Agapanto es considerado tanto como una planta medicinal con poderes mágicos, como también la planta de la fertilidad y el embarazo. Las mujeres de la tribu Xhosa, utilizan las raíces para hacer una medicina prenatal, y con ellas también hacen collares que usan como amuleto para traer al mundo bebés sanos y fuertes. Los Zulúes usan el Agapanto para tratar enfermedades del corazón, parálisis, tos, resfríos, dolores de pecho y contracturas. También , junto con otras plantas, las utilizan durante el embarazo para asegurar el nacimiento de niños sanos, o para inducir el parto. Además es usada como amuleto para el amor y por las personas que sienten miedo a las tormentas, ya que las protege de los truenos.
Margaret Roberts, fundadora del Margaret Roberts Herbal Center, en Sudáfrica, aconseja a los caminantes a poner hojas en sus calzados para aliviar los pies cansados, envolviendo los pies en estas hojas por media hora. Sus hojas de forma alargada se utilizan como vendaje y se dice que atándolas alrededor de las muñecas ayudan a bajar la fiebre. El Agapanto contiene variedad de saponinos y sapogeninos que generalmente tienen efecto antiinflamatorio, antitusivo e inmunorregulador. Sin embargo, el consumo del agapanto es tóxico para los seres humanos. Se lo sospecha de producir envenenamiento hemolítico y ulceraciones en la boca debido al alto contenido de saponíferos.
Más información:
Thompson & Morgan: http://seeds.thompson-morgan.com/uk/es/product/7781/1
Plantz Africa : http://www.plantzafrica.com/plantab/agapanpraecox.htm
South African National Biodiversity Institute: http://www.sanbi.org/
Margaret Roberts Health Centre: http://www.margaretroberts.co.za/
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Patios Mostaza Parda: Nombre científico o latino: Brassica juncea. Nombre común o vulgar: Mostaza parda, Mostaza oriental, Mostaza de la China, Mostaza india Familia: Brassicaceae. Origen: China, India.La Mostaza parda (Brassica juncea) se divide a su vez en dos subtipos: El oriental (llamado tambien amarillo) muy utilizado en la cocina japonesa.
miércoles, 5 de enero de 2011
La flor del ceibo es la flor nacional de la República Argentina. También denominada seibo, seíbo o bucaré, fue declarada flor nacional argentina por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº13.847/42, del 22 de diciembre de 1942. De ahí que el 22 de Noviembre se celebra el día de la Flor Nacional. También es la flor nacional de nuestro país vecino la República Oriental del Uruguay.
El Ceibo es un árbol originario de América, de la zona subtropical, no muy alto, de tronco retorcido, pertenece a la familia de las leguminosas, por lo que las semillas se guardan en vainas encorvadas. Sus flores son rojas, de un rojo carmín. Crece en las riberas del Paraná y del Río de La Plata, pero se lo puede hallar en zonas cercanas a ríos, lagos y zonas pantanosas a lo largo del país. La madera de ceibo es muy liviana y porosa, y se la utiliza para la construcción de balsas, colmenas, juguetes de aeromodelismo. Su presencia en parque y jardines argentinos, pone una nota de perfume y color. Y el admirador evita arrancar sus flores, debido a que sus ramas poseen una especie de aguijones.
Leyenda de la flor del ceibo
Según cuenta la leyenda la flor del ceibo nació cuando Anahí fue condenada a morir en la hoguera, después de un cruento combate entre su tribu y los guaraníes.
Por entre los árboles de la selva nativa corría Anahí. Conocía todos los rincones de la espesura, todos los pájaros que la poblaban, todas las flores. Amaba con pasión aquel suelo feraz, silvestre, que bañaban las aguas oscuras del río barroso. Y Anahí cantaba feliz en sus bosques, con una voz dulcísima, en tanto callaban los pájaros para escucharla. Subía al cielo la voz de la indiecita, y el rumor del río que iba a perderse en las islas hasta desembocar en el ancho estuario, la acompañaba. Nadie recordaba entonces que Anahí tenía un rostro poco agraciado, tanta era la belleza de su canto.
Pero un día resonó en la selva un rumor más violento que el del río, más poderoso que el de las cataratas que allá hacia el norte estremecían el aire. Retumbó en la espesura el ruido de las armas y hombres extraños de piel blanca remontaron las aguas y se internaron en la selva. La tribu de Anahí se defendió contra los invasores. Ella, junto a los suyos, luchó contra el más bravo. Nadie hubiera sospechado tanta fiereza en su cuerpecito moreno, tan pequeño. Vio caer a sus seres queridos y esto le dio fuerzas para seguir luchando, para tratar de impedir que aquellos extranjeros se adueñaran de su selva, de sus pájaros, de su río.
Un día, en el momento en que Anahí se disponía a volver a su refugio, fue apresada por dos soldados enemigos. Inútiles fueron sus esfuerzos por librarse aunque era ágil. La llevaron al campamento y la ataron a un poste, para impedir que huyera. Pero Anahí, con maña natural, rompió sus ligaduras, y valiéndose de la oscuridad de la noche, logró dar muerte al centinela.
Después intentó buscar un escondite entre sus árboles amados, pero no pudo llegar muy lejos. Sus enemigos la persiguieron y la pequeña Anahí volvió a caer en sus manos. La juzgaron con severidad: Anahí, culpable de haber matado a un soldado, debía morir en la hoguera. Y la sentencia se cumplió. La indiecita fue atada a un árbol de anchas hojas y a sus pies apilaron leña, a la que dieron fuego. las llamas subieron rápidamente envolviendo el tronco del árbol y el frágil cuerpo de Anahí, que pareció también una roja llamarada. Ante el asombro de los que contemplaban la escena, Anahí comenzó de pronto a cantar. Era como una invocación a su selva, a su tierra, a la que entregaba su corazón antes de morir. Su voz dulcísima estremeció a la noche, y la luz del nuevo día pareció responder a su llamado.
Con los primeros rayos del sol, se apagaron las llamas que envolvían Anahí. Entonces, los rudos soldados que la habían sentenciado quedaron mudos y paralizados. El cuerpo moreno de la indiecita se había transformado en un manojo de flores, rojas como las llamas que la envolvieron, hermosas como no había sido nunca la pequeña, maravillosas como su corazón apasionadamente enamorado de su tierra, adornando el árbol que la había sostenido.
Así nació el ceibo, la rara flor encarnada que ilumina los bosques de la mesopotamia argentina. La flor del ceibo que encarna el alma pura y altiva de una raza que ya no existe.
Para ampliar información:
www.ambiente.gov.ar/?idarticulo=680 -
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